
La digitalización, ese maná que se presenta abrumador, aportando tantos y tan grandes beneficios a toda la sociedad en su conjunto que hace insospechado en el imaginario colectivo que pueda existir un atisbo de negatividad asociado a un proceso libre de culpa por ser ineludible y lleno de lógica: la modernización, las nuevas tecnologías, el comienzo de una era mejor, más eficiente, menos excluyente, más transversal: la era digital.
A bote pronto, se presenta en el mundo laboral trayendo consigo la flexibilización del trabajo en materia de horarios y lugares, beneficiando la conciliación familiar. Traerá, consigo la creación de más y mejores herramientas digitales, aplicaciones, etc. que conseguirán, nos dicen, hacer el trabajo más eficiente, simplificando los procesos y mejorando los resultados.
En cuanto a la relación con los clientes, empresas colaboradoras, etc. se abre un mundo de nuevas sinergias, más ágiles, más sencillas, más directas.
El panorama que se visualiza en el horizonte es prometedor y está lleno de luz. Pero no debemos ser tan ingenuos como para obviar las sombras, pues allí donde se proyecta tanta luz, hay sombras, por muy cegadora que quieran que sea esa luz.
En efecto, el camino está lleno de riesgos, los cuales ya se están debatiendo en numerosos foros.
Estudios elaborados por el Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania ya avisan sobre “el riesgo de que se eliminen las fronteras del trabajo y se fragmente el personal, lo que dificulta la búsqueda y la representación de los intereses colectivos.”
Otro efecto colateral será la atomización del trabajador que conllevará la digitalización, siendo este uno más de los problemas para una Representación de los Trabajadores que se tendrá que reinventar para no desaparecer. Las necesidades de los trabajadores desaparecerán engullidos por la demanda de flexibilidad de los empleadores. Así está pasando.
Pero lo cierto es que siempre nos presentan esta nueva era como una era genial en la que sus avances traerán una mejora en la eficiencia laboral y un alivio de la carga de trabajo y así propiciar una mejor compatibilidad con la creación de nuevos horarios y mejorar el plano familiar de las personas que forman las plantillas.
Pero, la realidad es otra. Al aliviar, supuestamente, la carga de trabajo de las plantillas, las empresas, en pos de “sus objetivos económicos cortoplacistas”, han visto un filón para reducir plantillas a un ritmo cada vez mayor.
De esta manera, la digitalización, tal como la están desarrollando la empresas, está suponiendo una verdadera “desindustrialización” y está destruyendo empleo de una forma imparable. Así, lejos de resultar un alivio de la carga de trabajo, está sucediendo la paradoja de que la digitalización está siendo una máquina destructora de empleo y los pocos que van sobreviviendo a las reducciones de plantilla están viviendo cada vez más asfixiados por la carga resultante de la que deben hacerse cargo. Adiós a la conciliación familiar.
Según el Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania:
“De cara a la futura evolución del mercado laboral, surgen varias preguntas centrales: ¿Cuál será el balance de la digitalización en el nivel de empleo? ¿Se perderán puestos de trabajo? Si eso ocurre, ¿quiénes se verán afectados? ¿Dónde se registrará el efecto inverso, con la creación de trabajo? Antes había una única respuesta: estaban destinados a caer los puestos con salarios bajos y, sobre todo, con escasa calificación. En cambio, en el debate actual sobre la digitalización, son muchos los que sostienen que hay cada vez más actividades con un nivel medio de calificación que pueden ser automatizadas (principalmente aquellas que incluyen una alta proporción de tareas rutinarias, como la contabilidad o la inspección de productos).”
Según el citado ministerio, existe un riesgo real de producirse una “desocupación tecnológica”, planteándose incluso el “fin del trabajo”: “las máquinas y los algoritmos inteligentes amenazan con reemplazar a la mayoría de los empleados.”
Parecería así que el algoritmo nos está matando y es el discurso que se vende, pero no está siendo la tecnología quién nos está matando, sino la codicia de los órganos de dirección de las empresas.
La realidad, de momento, es que está suponiendo una caída en picado de los puestos de trabajo de nivel medio y ello está provocando la polarización del empleo y del salario, aumentando la brecha salarial y provocando el aumento de la desigualdad.
Lo que antes llamaban empleo de calidad desaparecerá junto con las capas medias de la sociedad.
Hay que afrontarlo: actualmente vivimos una nueva desindustrialización y una imparable polarización laboral.
Según Randstad, la mayoría de empleos perdidos en la industria los absorbe el sector servicios, produciéndose una “terciarización de la economía”, y sigue diciendo el estudio de Ranstad, “Resulta interesante que el crecimiento en los servicios se pueda descomponer en empleo de baja tecnología y baja remuneración y de alta tecnología y alta remuneración, pues revela el segundo hecho estilizado: la polarización del empleo. La polarización laboral refleja la creciente importancia de las actividades más y menos remuneradas de la economía a costa de los empleos de nivel medio.”
Naturgy no va a ser menos, ¿en qué se ha convertido la digitalización? en crear un pequeño puñado de herramientas digitales y así tener la excusa para llevar a cabo reducciones de plantilla y generar dividendos a corto plazo.
En Naturgy, la digitalización es destrucción de empleo.
En Naturgy, la digitalización es una carga de trabajo excesiva para los pocos que van quedando en la empresa.
En Naturgy, la digitalización es crear algunas herramientas digitales, las cuales a veces funcionan y otras no y por ello no están suponiendo una mejora de la eficiencia laboral, sino un laberinto digital insoslayable.
En Naturgy, la digitalización es poner a los clientes ante una web para resolver las razonables dudas o quejas que puedan tener y la consiguiente deshumanización de la empresa ante el cliente.
En Naturgy, la digitalización es invertir un poco de dinero adornando procesos con la palabra digital y así tener una justificación ante las autoridades para acometer despidos colectivos.
En Naturgy, la digitalización es una vía que está suponiendo la exclusión a las personas más veteranas de la plantilla.
En Naturgy, la digitalización es el aumento de la brecha salarial y la polarización del trabajo.
Hemos pasado del “Aprende desde la Experiencia” a “deshazte de la experiencia”.
Por desgracia, la digitalización tan solo está siendo un ticket que el Sr. Reynés, presidente de Naturgy, ha comprado, a petición de sus amos, para llevarnos irremediablemente a la destrucción para siempre de la gran mayoría de los puestos de trabajo en Naturgy y un incierto futuro.
Pero ¿qué se puede hacer? ¿hay alguna salida?
Por supuesto, existe otra digitalización, más sostenible y justa para el conjunto de la sociedad y no ese relato único que nos cuentan, el cual solo beneficia a unos pocos. Y, lo más importante, es real y posible, aunque a los poderosos no les gusta que se exponga otro relato.
No es una utopía, nada menos que el muy realista Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania exponen el camino a seguir para evitar la catástrofe que está suponiendo la digitalización:
Hacia un modelo de digitalización justo y sostenible:
Ingresos: Los posibles incrementos de productividad impulsados por la digitalización deben conducir a un aumento salarial. Los convenios colectivos son aquí un elemento importante. Debe haber una relación justa entre la prestación y la retribución, que refleje asimismo la equidad de género. Además de las negociaciones colectivas, es esencial contar con instrumentos oportunos de orientación y asesoramiento profesional para asegurar la estabilidad individual en el trabajo.
Integración hacia el trabajo de calidad: El objetivo debe ser la creación de un empleo de calidad. Cuando las personas no reúnan los requisitos en la empresa para obtener o mantener un empleo calificado, necesitan mecanismos de apoyo y nuevas oportunidades. Aunque también para los trabajadores calificados y con título profesional, la capacitación es cada vez más importante.
En este punto, la formación a las empleadas y los empleados en la empresas debe ser fundamental para mantener la fuerza laboral activa actual. Los beneficios de la formación se traducen en un mayor potencial de crecimiento.
Formación: Gracias a la digitalización, surgen nuevos formatos para la formación y capacitación, promoviendo una flexibilización espacial y temporal, integrando el marco pedagógico en las tareas digitales del trabajador en la empresa. Tareas que se deben llevar a cabo en el horario laboral, lo cual sólo lo permite si hay un dimensionamiesto adecuado, lejos de reducciones de plantilla. Para un proceso de digitalización óptimo y real la formación debe ser continua.
En una empresa como Naturgy, donde la plantilla se está reduciendo a mínimos, el personal vive extenuado por las tareas a realizar, desapareciendo el tiempo efectivo de formación, aún con la ayuda expuesta que supone la digitalización formativa.
En resumen, el dimensionamiesto de las plantillas no debe llevarnos a una menor intensidad formativa, tal como está pasando, desgraciadamente.
La formación es la piedra angular sobre la que descansa el futuro de las compañías por el simple y rotundo hecho de la futura necesidad de personal especializado.
La liberación de tareas a la plantilla, lejos de ser un motivo para reducir plantillas, es una liberación de tiempo en favor del desarrollo para la parte creativa, directiva e interactiva del trabajo.
Cogestión y participación: organización colaborativa del cambio. Fortalecer la cooperación. Las nuevas formas de organización del trabajo acentúan la concentración horizontal del conocimiento, la posibilidad de intervención de los distintos empleados y empleadas y la auto-organización en equipos. El fortalecimiento de los elementos participativos también adquiere un interés especial. Los mercados ágiles necesitan procesos ágiles de toma de decisiones en las empresas para poder reaccionar con rapidez a los distintos deseos de los clientes o a otras exigencias. Esto sólo es sostenible si en la empresa se involucran de manera óptima todos los talentos, aptitudes y puntos de vista. Por ende, el cambio en el trabajo debe gestionarse en conjunto. Para poder desplegar todo el potencial, hay que tener en cuenta tanto las demandas de la empresa como las necesidades y pretensiones de los empleados.
Expuesto todo ello, la digitalización debería llevarnos hacia el “buen trabajo y de calidad” para toda la plantilla, asegurando los recursos humanos disponibles, sin necesidad de cercenarlos.
Un trabajo donde el aumento de la productividad, la eficiencia y la mejora en los resultados económicos deberían llevarnos a una mayor especialización y por todo ello a un aumento del salario de la plantilla de las empresas.
Se debería promover una cultura de la eficiencia laboral, pero asegurando también una formación continua y una organización colaborativa, fortaleciendo la sinergia entre todas las personas que componen la organización y no la merma de la fuerza laboral y, por ende, un deshecho del talento.
Pero no, ellos no quieren eso, quieren acelerar en sus despidos colectivos, aumentar la carga de trabajo de los que sobrevivan a las reducciones de personal y parar la formación y la especialización y crecimiento profesional de los y las trabajadoras y encajarnos en puestos de trabajo donde se desarrolle una actividad autómata y rutinaria, para así, en un futuro cercano, cuando el algoritmo lo permita, poder seguir sus planes de recorte.
Es el caso de Naturgy, así como el de la mayoría de las empresas: la digitalización simplemente está siendo la creación de un pequeño puñado de precarias herramientas digitales que tan solo son una capa de maquillaje para conducir a la empresa hacia la destrucción masiva de empleo, a través del discurso único del miedo.
Un cambio de rumbo es posible, es sostenible y es lo que organismos como el Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania está proponiendo a los diferentes actores sociales.
¿Llegará demasiado tarde ese mensaje a España?
Puede que se haga demasiado tarde si siguen dirigiendo a empresas como Naturgy unos directivos obsoletos como tenemos, empeñados tan solo en el tan viejo objetivo del beneficio a corto plazo, por encima de cualquier cosa.
Hay soluciones para evitar que la “digitalización de Reynés” en Naturgy convierta a la empresa en un erial donde no quede nada que se pueda aprovechar.
La digitalización es otra cosa a lo que nos están contando y no quieren que lo sepas.
No dejes que te engañen con sus mentiras.